domingo, 1 de marzo de 2009

Participación y Gestión Social para la Transformación Emancipatoria. Facilitadora: Dra: Myriam Godoy.

La temática de la gestión local o comunitaria constituye un asunto de vital importancia en diferentes contextos. Así la tendencia a la descentralización de los procesos sociales, económicos y políticos, como alternativa a los requerimientos del desarrollo sustentable es tratada desde las diversas ópticas de las distintas corrientes teóricas.
Aunado a lo anterior se encuentra la necesidad de articular los procesos de gestión social micro y macro; vinculación que constituye una necesidad ineludible; y es allí, donde los nuevos paradigmas desde las ciencias sociales y otras disciplinas presentan alternativas como opciones sociales y políticas transformadoras y novedosas.
En este sentido los nuevos planteamientos que desde las ciencias sociales van emergiendo establecen un paradigma renovador, para el logro del propósito de transformación social liberadora que necesitan los pueblos. Paradigma basado en multiplicidad de enfoques acerca del problema del desarrollo y en las corrientes del pensamiento como la Pedagogía de la liberación, la Teología de la liberación y la Investigación Accción Participativa, las cuales permitieron consolidar bases teóricas por sus uniones con el enfoques marxista, y con las posturas de filósofos y sociólogos europeos de las teorías críticas y del poder social (Gramsci, Foucault, Habermas, entre otros).
Para Freire (1968) educar es crear la capacidad de una actitud crítica permanente que permita al hombre captar la situación de opresión en que se encuentra sumido, y absorber esa situación de opresión como limitante y transformadora. Entonces, educar no es transmitir conocimientos y hechos estáticos, sino crear una situación pedagógica en la que el hombre se descubra a sí mismo y aprenda a tomar conciencia del mundo que le rodea, a reflexionar sobre él, a descubrir las posibilidades de reestructurarlo y actuar sobre él para modificarlo.
En este sentido, la toma de conciencia, la reflexión y la acción se convierten en elementos básicos del proceso educativo. Así, toda acción educativa para ser válida debe ir necesariamente precedida de una reflexión sobre el hombre y de un análisis del medio de vida concreto de los hombres a educar; sin esa reflexión el hombre quedaría convertido en objeto; sin ese análisis del medio, el hombre quedaría en el vacio. De allí, que la tarea de la educación es ayudar al hombre a que, partiendo de lo que constituye su vida, se convierta en sujeto.
La toma de conciencia reflexiva que es concientización está abocada a la praxis transformadora, sobre la base de una lectura crítica de las representaciones colectivas del saber común y en la cual la acción y reflexión se apoyan constantemente la una a la otra y los individuos actúan solidariamente.
El fundamento de la praxis se encuentra en la comunicación y ésta en la dialogicidad. Esta comunicación entendida como la capacidad de “ser en comunicación con el otro”, en la “comprensión y trato con los otros” relación que conforma “la polaridad soledad-unión en que se llega a ser sí mismo y ser con el otro” y donde “no se puede llegar a ser sí mismo si se entra en comunicación con el otro, y no se puede entrar en comunicación sin ser en soledad” (Urdanoz, 1990,).
El hombre llega a ser sujeto mediante una reflexión sobre su situación, sobre su ambiente; mientras más reflexiona sobre su realidad, más emerge, plenamente consciente y comprometido, dispuesto a intervenir para cambiarla. Educar no es someter, es concienciar.
En este mismo orden de ideas, la investigación participativa se define como un conjunto de principios, normas y procedimientos metodológicos que permiten la obtención de conocimientos colectivos sobre una determinada realidad social
Hall y Kassam (1988) describen la investigación participativa como una actividad integral que une la investigación social, el trabajo educativo y la acción, en un proceso que se inicia desde la comunidad donde se origina el problema y que tiene como fin último la transformación estructural y el mejoramiento de vida de los sujetos participantes.
El eje principal de la investigación participativa es el fortalecimiento de la toma de conciencia del ser para que se conozca a sí mismo, conozca sus recursos, y además, clarifique su apoyo para movilizarse y organizarse.
En atención a las características de este método de búsqueda, Reason (1994) le asigna tres etapas básicas definidas como: Tarea de Ilunimación o el despertar, el cúmulo experiencial de la gente y por último el compromiso de las personas para lograr una verdadera transformación.
En el caso de Habermas, J. (1987) en la teorías críticas, plantea una teoría ética de autorrealización esto es, la Teoría de la Competencia Comunicativa, según la cual el lenguaje y el discurso son contentivos de una forma ideal de vida del ser humano, su deber ser, que lo que norma su “saber emancipador” se encuentra en la estructura de la acción comunicativa. Así, en el lenguaje están de manera simbólica los contenidos de tradiciones, comparte con la cultura una forma de vivir en una simbiosis semántica de argumentación en el discurso, mediante cuatro postulados de validez: lo declarado, lo inteligible, la sinceridad del hablante, y la razón del hablante cuando habla. Por esta razón la finalidad del lenguaje es el obtener en el discurso una respuesta valorativa racional de dichos postulados. Es decir la acción comunicativa es un proceso cooperativo de interpretación, en donde, los participantes se refieren a algo en el mundo objetivo, en el social y en el subjetivo. Es una relación de hablante y oyente de acuerdo a los intereses y fines de sus acciones.
Así, la propuesta epistemológica Habermasiana está fundamentada en la búsqueda de respuestas a ciertos procesos de vida cotidiana que tienen vinculaciones de tipo teórico-práctico, que se construyen sobre la base de los intereses constitutivos del conocimiento y de la acción comunicativa, que pudieran ser analizadas desde una perspectiva crítica; puesto que para Habermas, los intereses humanos inciden de manera determinante en la construcción de conocimientos.
Todas estas teorías antes descritas constituyen el basamento teórico-conceptual y metodológico de este nuevo paradigma emancipador cuyo eje central es el ser humano, donde la mayor riqueza es la diversidad y la capacidad auto-transformativa que tienen los actores sociales, basado en la participación, solidaridad e igualdad y que permite el incremento de las potencialidades de auto-crecimiento individual y colectivo.
Desde esta perspectiva, el desarrollo social, humano, integral, para la transformación social implica el fortalecimiento de las potencialidades del sujeto, el disfrute de las actividades y relaciones sociales ( intersubjetividad), y el logro de valores como: el amor como lazo social, , la compasión como consideración hacia el otro, la amistad que además de cercanía afectiva implica relación social entre iguales, la tolerancia como virtud cuyos pilares son la igualdad y la libertad, la lealtad como expresión de confianza en los demás, y la solidaridad como relación social, que parte de la afirmación de que ciertas necesidades o condiciones del otro pueden ser satisfechas por el que se solidariza y el reconocimiento del otro como uno mismo.
Por lo tanto es necesario para el desarrollo social la Participación de los actores sociales, entendida ésta, como una acción que incluye la totalidad de la vida social, donde el aprendizaje posee un fuerte componente social, colectivo, comunitario, y el compartir de conocimientos es una negociación de significados con otras personas, que permite conjugar y enriquecer el conocimiento propio con el de otros, aprendiendo en comunión para indagar mejores formas que permitan resolver problemas Una participación con incidencia fuerte en las dinámicas grupales y la construcción de comunidades organizadas para que sean gestores de su propio destino: el hombre hacedor de su historia. (Freire (1996) y Vygotsky (1979).
Este planteamiento se fortalece con lo señalado por Maturana (1992) quien agrega que “la participación es posible solamente cuando desde nuestro lenguaje interno respetamos y aceptamos al otro como un legítimo otro” (p. 64).
En síntesis una participación, donde el encuentro de voluntades e intereses se constituye en una interacción promovedora que conduce a la conjunción de esfuerzos para el logro de metas comunes.
Participantes:
María Elena Montes C.I: 4.972.290
Luisa Elena Villarroel C.I: 6.866.927
Nelson Fernández C.I:7.410.206
Ronald Ordoñez C.I:11431590